COMPARTIR
Marcos y Alberto están jugando juntos en el parque. Minutos después, sus mamás observan asombradas cómo se pelean ya que ambos quieren el mismo juguete. Esta escena se repite diariamente en los cumpleaños, parques, en clase, entre hermanos…
Aprender a compartir se aprende paulatinamente. Antes de aproximadamente los 3 años, los niños se resisten a prestar sus juguetes ya que todavía no tienen adquirido el concepto de que si dejan algo se lo devolverán sino que piensan que lo perderán. Vuestro hijo necesita cierto desarrollo mental para comprender que si da algo lo recuperará eventualmente y no lo perderá para siempre.
El no compartir es una manera de marcar su territorio, ellos están entendiendo que tienen sus cosas y que son importantes. Los niños de edades entre 2 a 6 son egocéntricos, ningún niño instintivamente quiere compartir. Esta acción surge de la necesidad y del aprendizaje.
El no querer compartir implica sentir que algo te pertenece y esto significa un avance ya que el pequeño adquiere la noción de propiedad. No obstante, con el proceso madurativo así como con la ayuda de los papás, esta noción irá perfeccionándose.
¡¡Mio mio mio!!
Entre el año y medio y los 2 años el pequeño empieza a desarrollar su identidad, a reconocer sus cosas (“esto es mío, mi juguete, mi casa”). Haciendo uso de frases tales como “esto es tuyo” “esto es de la mamá” le enseñamos que no todas las cosas le pertenecen.
Especialmente hasta los 6 años les cuesta compartir porque:
1. Desde los primeros meses hasta los dos años tienden a ver a los juguetes como una extensión de ellos mismos.
2. Debido a la inmadurez no han adquirido el concepto de empatía, por ello tienen dificultad para ver el punto de vista de otra persona.
3. El limitado sentido del tiempo les hace difícil el compartir, no tienen conciencia del tiempo futuro siendo conscientes únicamente del momento presente.
Para que se anime…
A los 3-4 años ya están más dispuestos a compartir, ya que el jugar con otros niños les empieza a llamar la atención. Comienzan a entender los beneficios de compartir y comportarse amablemente con otros amigos.
Para ayudar a vuestro hijo en esta labor:
Para que tu hijo empiece a interiorizar la idea de que no todo es suyo y que cuando se comparte se disfruta más, es importante que le enseñes a distinguir entre lo que es suyo y lo que no lo es. Mostradle que en casa hay cosas de todos: adornos, muebles…Hay cosas que son de todos y hay que cuidarlas y dejarlas en su sitio cuando se terminen de usar. El siguiente paso sería enseñarle a intercambiar sus juguetes: que acepte prestar la pelota a cambio del cubo y la pala… Por supuesto, las primeras veces será una propuesta del adulto y más tarde partirá de él la idea. Una vez que sea capaz de desprenderse de sus cosas, aprenderá a prestarlas por un rato o incluso a pedirlas él.
No prestes sus juguetes a nadie sin antes preguntarle, esto lo haría sentirse inseguro y posteriormente negarse a hacerlo. Un niño al que se le obliga y empuja a compartir podría convertirse en más egoísta, porque no estamos respetando sus sentimientos ni tampoco trabajando de acuerdo a su forma de pensar.
No hay que preocuparse si todavía le cuesta prestar sus juguetes, es natural. No lo forcéis. Con vuestra ayuda y, a medida que crezca, irá comprendiendo este significado. Para apoyar este progreso:
Es importante que respetemos el ritmo de cada niño para aceptar y comprender progresivamente cada una de las situaciones. No podemos pedir a los pequeños que se esfuercen más de lo que realmente les es posible. Es el niño quien tiene que adquirir el hábito y de poco vale obligarle a compartir.
A partir de los 5 y 6 años, el tener amigos es un paso muy importante, ya entienden que si comparten sus cosas esta acción será recíproca, y que además les ayudará a tener amigos. Cuando cumplen 6-7 años, compartir se convierte en algo más: colaborar, competir, disfrutar… Con nueve años o más, los papás se convierten en auténticos compañeros de juego, entregándose tanto a la competición como a la cooperación. Un mayor desarrollo madurativo y cognitivo de los niños permite a padres e hijos compartir juegos más complejos.
Procuradle contactos sociales y guiarlo para que aprenda a convivir y a compartir. Aunque no interiorice las normas y los valores hasta más adelante, sí irá adquiriendo el hábito. Recordad que poco a poco irá adquiriendo la capacidad de compartir. Llevarse bien con otros es una habilidad social importante para todos.
La mejor solución es ofrecer juguetes que los niños puedan compartir con facilidad y que promuevan el juego cooperativo. Ofrecerles juguetes “por duplicado”: Cocinitas (tazas, platos, cubiertos,) ropa para vestir a los muñecos, pelotas, teléfonos de juguete, bloques de construcción… Estos promueven que compartan ideas y fantasías, más que posesiones. Si hay muchos artículos para jugar, se les hará más fácil poder compartir.
Compartir conlleva un esfuerzo. Si los papás sonríen o agradecen con entusiasmo las pequeñas iniciativas de sus hijos en este sentido, los estarán motivando a seguir teniéndolas. A estas edades lo que más le puede gustar a los niños es sentir que agradan a sus padres así como a las personas que son importantes para ellos. No olvidemos tener siempre a mano un “¡muy bien hecho!” o “me ha gustado como has compartido tus galletas con tu hermano”. Aprender a compartir es un aprendizaje igual o más importante que los demás (comer, dormir)
Aunque compartir es una importante habilidad social, hasta los cuatro o cinco años la mayoría de los niños no están preparados desde el punto de vista de su desarrollo para prestar sus juguetes y pertenencias, ni para esperar por largos períodos de tiempo.
Y sobre todo tener paciencia con los resultados. La educación de la generosidad es un proceso muy largo.
Para leer juntos
“Generosos y egoístas”. Ediciones Libsa
Con este cuento, de enormes y divertidas ilustraciones, vuestro hijo descubrirá que ser generoso no es perder, como a él le parece, sino ganar amigos, compartir juegos, jugar con los juguetes de otros niños y hacer que sus juguetes tengan más valor. Es importante que alrededor de los 3 años comencéis a asentar las bases para que vuestro pequeño comience a prestar sus cosas y, lo mejor, a disfrutar de ello.
Edad |
Evolución del niño |
Para ayudarle a aprender a compartir |
2- 3 años |
Comienzan a asentar las bases para entender los sentimientos de otras personas. Todavía les cuesta esperar turnos y aceptar diferentes puntos de vista. |
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3- 4 años | Poseen más capacidad para mantener la atención en diferentes juegos así como para entender que pueden intercambiar sus pertenencias y no perderlas. La evolución propia de la edad les permite tener más empatía con los demás. |
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4-5 años |
Ya están preparados para compartir |
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Susana Martínez Lahuerta. Psicóloga y especialista en Educación Infantil.