Javier acaba de tener su primer hermanito y hasta ahora había sido el rey de la casa contando con la exclusiva atención de sus papás así como de sus abuelos y tíos. Desde hace unos meses sus padres han observado en Javier algunos cambios: está más mimoso, especialmente con su mamá, tiene más rabietas, su lenguaje es más infantil, se muestra más desobediente…
Con bastante frecuencia, los padres oyen de sus hijos frases como: “¡mamaaa, papaaa, cómprame!, ¡quiero, quiero, quiero!… Algunos niños, a medida que crecen, se convierten en “pedigüeños”. Lo quieren todo y lo quieren ya. En muchos casos, si no lo obtienen, incluso patalean y chillan hasta conseguirlo.
Para que este tipo de conductas remita, no debéis ceder ante su insistencia y establecer unas reglas razonables.
Para el niño de cuatro años trabajo y juego (movimiento) son prácticamente la misma cosa. Se puede decir que el juego – que puede estar lleno de seriedad y de significado – es el trabajo del niño de esta edad. Los cuatro años corresponden a la edad de explorar el mundo exterior (las personas y las cosas) y también el interior (sus propios pensamientos y emociones).
Ya a los cuatro años es consciente de su existencia como persona independiente de los demás; conoce y controla progresivamente su cuerpo. La tarea que tiene ahora por delante es enriquecer esta imagen de sí mismo.
Comer es un momento educativo importante para los niños y que, en ocasiones, puede llegar a ser conflictivo, especialmente en casa. Si tu hijo se queda a comer en el colegio, y las educadoras te han comentado que lo hace sin problemas, quizás te preguntes porqué en casa le cuesta más.